Restaurante Arraigo Calle los Limoneros, 19, 30890 Puerto Lumbreras, Murcia

"Increíble comida!! Solo los que saben disfrutar de los sabores intensos de la buena gastronomía puede valorarlo. Ambos restaurantes, Arraigo y Arrea son maravillosos, tanto el trato, la comida y lo agusto que se está. Gracias por todo!!!! Para volver mil veces más."

"Muy recomendable para quien quiera experimentar el arte en la cocina. Explosión de sabores perfectamente armonizados. Por poner 1 pero, diría temperatura de la bebida poco fría para mi gusto."

"Un lugar increíble que hemos descubierto! He ido con mi pareja a comer, hemos pedido un menú cada uno y todo ha estado exquisito, he disfrutado desde el primer hasta el último plato. Todo muy creativo, al detalle, con una atención excelente y sobre todo una experiencia única que solo puede entenderse si lo degustais vosotros mismos, así que lo recomiendo 100%."

"Consideraciones previas: el restaurante se enmarca en una pretensión de ser de alta cocina. Desde el diseño de carta hasta el tiempo que dura la experiencia, pasando por los precios, son los usuales que se dan en restaurantes de alta cocina. Por ello, la exigencia es máxima y en este tipo de lugares los detalles importan mucho. En términos generales, la propuesta gastronómica es interesante aunque con algunas de sus elaboraciones pretenciosas. Pedimos el menú sensaciones de 42€, un precio razonable para la cantidad de elaboraciones que contiene. Es difícil encontrar un hilo conductor en el menú, te ponen platos y el servicio no te explica cuál es el sentido de cada uno de ellos y qué pretende transmitir el chef con ellos, simplemente te lo describen y punto. Uno pensaría que con el nombre que tiene el restaurante, "Arraigo", y el concepto que tiene, la intención sería mostrar una cocina con historia detrás, pero no, o al menos no te la cuentan. Respecto a las elaboraciones destacar que, en general, la comida estuvo buena, no excepcional pero buena. Destacar el postre, que estaba muy bien equilibrado, y el puerro confitado. Por otro lado, el calamar no era un plato agradable, estaba muy chicloso, había que masticarlo muchas veces casi crudo y lo salvaba la salsa de mostaza y azafrán que lo acompañaba. El canelón de pollo de corral, una apuesta muy simple, con la salsa de boletus casi fría. Muchos platos abusaban de cremas y fondos (ver fotos) por ello las técnicas de elaboración se repetían en muchas elaboraciones y los platos, aún teniendo ingredientes diferentes, parecían seguir un mismo patrón. En la conformación del menú se echó en falta un prepostre digestivo, fresco, mentolado o cítrico, para limpiar el paladar, ya que pasar del cerdo al postre directamente es un salto de sabores muy grande. El servicio, en general, estuvo correcto salvo el chef, Cándido. Al finalizar el menú, tuvo la atención de acercarse a todas las mesas para preguntar y comentar impresiones sobre la experiencia excepto a la nuestra, pasando por al lado sin tan siquiera mirarnos, eso sí, habiendo hecho parada en todas las mesas colindantes. Pareciera mentira que haya sido stager en lugares como el Bohío, donde se sabe que el Chef no se permite esos errores. No por gusto nos desplazamos desde otro municipio a un restaurante nuevo con una apuesta gastronómica arriesgada y valiente, como para que el chef, de 5-6 mesas que había, atienda a todas menos a una. Como he mencionado al comienzo, en este tipo de apuestas gastronómicas, los detalles importan, y mucho."

"La comida estaba riquísima. Puedes elegir entre varios menu degustación. La responsable de sala y los camareros estuvieron siempre muy atentos. Enhorabuena chicos. Un éxito asegurado."